El mito de una Europa en paz desde 1945: el ejemplo francés

Al día siguiente de los atentados del 13 de noviembre en Paris, frente al Congreso, François Hollande afirmó con un tono grave que « Francia está en guerra ». La misma frase la repite sin cesar sistemáticamente después de un atentado. Después de los eventos de Nice, añadió que « la guerra está fuera y dentro de Francia ». La tierra sagrada de los derechos humanos, de la paz y de las Luces amaneció en un estado de sitio, una guerra emprendida cobardemente por la barbarie y el oscurantismo.
 
Esta es la versión de la historia que nosotros deberíamos aceptar y asumir, nosotros, pobladores de una Europa civilizada que alcanzamos vivir en paz desde ya hace setenta años.

En realidad, nunca acabamos con la guerra. Y lo que pasó con Francia es un ejemplo claro de este estado permanente de guerra. Es importante recordar algunos hechos históricos.

Un periodo de guerras continúas.
Cuando la segunda guerra mundial apenas se acabó, el gobierno provisorio francés, proveniente de las fuerzas de la resistencia, tantas veces presentado como un ejemplo por la izquierda actual, envía al Vietnam (en esa época parte de la Indochina) un cuerpo militar expedicionario para tratar de acabar con la guerra de independencia. Bajo la presidencia de Léon Blum, modelo político de la izquierda contemporánea, esta intervención se transforma en una verdadera guerra. Francia envía más o menos medio millón de soldados para salvaguardar su territorio colonial; 43,5 % de los soldados de este ejército provienen de las otras colonias francesas (Magreb y África central). Francia será derrotada en la batalla de Dien Bien Phu, en mayo 1954.

Durante este mismo período, en 1947, Francia organiza una masacre en Madagascar contra la rebelión de los malgaches; resultaron unos 11.000 muertos, según las versiones oficiales francesas y 100.000 muertos según los resistentes malgaches. En esta guerra, una vez más, las tropas de represión francesas eran constituidas en su mayoría por soldados provenientes de las colonias africanas y maghrebinas.

Esas sangrientas guerras no impidieron la participación de Francia, en el mismo periodo, en la guerra de Corea, desde el 25 de junio 1950 al 27 de julio 1953. Una coalición de 17 estados (entre ellos Bélgica y Gran Bretaña), liderados por los Estados Unidos. Esta guerra fue bajo la bandera de la ONU, con el objetivo, al igual que en Indochina, de oponerse a las luchas de liberación dirigidas por las fuerzas comunistas. Estas dos guerras provocaron más de dos millones de muertos. Esa guerra olvidada de Corea fue una guerra de destrucción masiva. En términos actuales se hablaría de genocidio. La capital Pyongyang fue totalmente arrasada: « Al principio del ataque, el 14 y 15 de diciembre, la aviación norteamericana arrojo unas 700 bombas de 500 libras cada una.  Los aviones de combate Mustang arrojaron napalm y 175 bombas  de explosión retardada que hicieron de la capital vietnamita un infierno. Cuando la gente intentaba rescatar los cuerpos de los muertos de los incendios provocados por el napalm, las bombas de explosión retardada explotaban. Al inicio del mes de enero, el general Ridgway ordenó de nuevo un ataque contra la capital Pyongyang « buscando destruir la ciudad por el fuego con bombas incendiarias » (objetivo cumplido en dos etapas, los 3 y 5 de enero de 1951) » (1).

La guerra del Vietnam, tanto como la guerra de Corea llevaron al desmantelamiento de los dos países. El Vietnam obtendrá su reunificación al acabar otra nueva guerra de independencia, esa vez contra los Estados Unidos, en 1975. Corea todavía no está reunificada y el territorio del sur sigue ocupado por los Estados Unidos. Así se presenta el ejemplo de paz aprovechado por las naciones autoproclamadas civilizadas desde el fin de la segunda guerra mundial. Esas guerras fueron rápidamente olvidadas por la población europea, pero no por las populaciones victimas de estas guerras.

Y no sólo los pueblos asiáticos fueron implicados en estas guerras. La victoria de los vietnamitas en 1954 contra la metrópolis francesa dio aliento a otros movimientos de lucha de liberación en varias partes de África.

En vez de aprovechar de la experiencia de su humillante derrota en Vietnam, Francia siguió con su espíritu colonialista: « Entre 1960 y 1998, hubieron 60 intervenciones militares francesas en el Sur del Sahara africano, 23 de esas acciones fueron emprendidas para « mantener el orden » ayudando así a los regímenes aliados de Francia y 14 otras para derrocar gobiernos que no se sometían a los dictados de los dirigentes franceses». (2).

 La guerra más conocida, tratando de Francia, es, por supuesto, la guerra de Algeria. Sólo quiero insistir sobre algunos aspectos. Primero sobre la posición del Partido Comunista Francés, frente a los nacionalistas argelinos después de la liberación. Este partido, al término de la segunda guerra mundial, tenía la aureola y reconocimiento por su resistencia ejemplar durante la ocupación nazi. El 8 de mayo 1945, una marcha nacionalista en Sétif fue reprimida sangrientamente y la revuelta que siguió a este hecho, será también liquidada con una violencia increíble. En ese caso también varían las cifras entre un millón y 80.000 víctimas según el punto de vista del historiador. 

 Como lo explica Mohammed Harbi, « en Francia, las fuerzas políticas provenientes de la Resistencia se dejan manejar por el partido colonialista. « Les he otorgado de vivir en paz para los diez años que vienen; si Francia no hace nada, todo volverá a la situación anterior pero peor todavía y será probablemente sin remedio », alertó el general Duval, maestro de obra de la represión. El Partido Comunista Francés (PCF)  que describió a los líderes nacionalistas como  « provocadores pagados por el hitlerianismo » y que reclamó que esos “dirigentes sean pasados por las armas » (fusilados)- será, a pesar de su cambio de opinión enseguida y su combate para la amnistía, visto como un partidario de la colonización. » (3)

El enemigo interior.

Otro aspecto que quiero subrayar es la creación del « enemigo interior » en la política y la ideología francesa, esta surgió durante la guerra de Algeria. « El 17 de octubre 1961, Paris fue el escenario de una de los más grandes masacres de civiles de la historia contemporánea de Europa occidental. Este día, decenas de miles de argelinos marchan pacíficamente contra el toque de queda y la represión que se aplicaba contra ellos a partir del 5 de octubre. Esta disposición era impuesta por el prefecto de policía de la Seine, Maurice Papón. La reacción de la policía fue brutal y sanguinaria. Decenas de argelinos, quizás entre 150 y 200, fueron ejecutados por la policía. Algunos cuerpos fueron encontrados en el rio la Seine. Durante varias décadas, el recuerdo de este episodio importante de la guerra de Argelia será silenciado » (4).

Según Mathieu Rigouste (5), el concepto de enemigo interior data de esta época y está relacionado con la presencia de una emigración importante causada por la colonización : la historia del control de la migración en el pensamiento militar francés, anota, permite analizar, estudiando la reconstrucción de un enemigo interior socio-étnico, la regeneración y después la generalización en el tiempo y espacio, de una tecnología concebida para efectuar un control excepcional de poblaciones inferiorizadas ».

 En reacción al atentado de Nice (Francia) de julio 2016, Georges Fenech, el presidente de la comisión de investigación parlamentaria a propósito de los atentados de 2015 ha propuesto la creación de un « Guantánamo a la francesa ». Propone reunir todos los djiadistas de regreso de Siria en el centro penitenciario de la Isla de Ré. Ese concepto, que provoca mucha polémica, tiene sus raíces en la guerra de Argelia durante la cual el gobierno francés desarrolló unos « campos de reunificación » destinados a recluir los resistentes del FNL et así impedirles cualquier tipo de apoyo de parte de la población argelina. Bastaría con la introducción oficial de la tortura en Francia y así volveríamos a lo sucedido anteriormente. Por otra parte, este debate delirante ya ocurre en el seno del Frente Nacional: reintroducción de la tortura o, por ejemplo, pena de muerte para Salam Abdeslam, es permitido imaginar cualquier locura.

 Asesinatos políticos a gran escala.

La historia pacífica de Francia no se limite a las guerras: la patria autoproclamada de los derechos humanos también desarrolló una fuerte tradición de asesinatos políticos exterminado a los dirigentes nacionalistas de África y del Magreb. En el libro “Retornen los fusiles” (Retournez les fusils), Jean Ziegler dedica un capítulo a las campañas de asesinatos políticos organizados por los servicios secretos europeos y analiza el caso del Camerún: « Todos los dirigentes nacionalistas sin excepción fueron asesinados uno después de otro: Ruben UmNyobe, en 1955, y enseguida sus sucesores Isaac Nyobe Pandjok, David Mitton, Tankeu Noé » (6).  El asesinato del joven médico Félix-Roland Mounié, dirigente de la Unión de las Poblaciones del Camerún (UPC) que fue invitado por un « periodista » francés a un almuerzo. Félix-Roland Mounié  murió en Ginebra envenenado la noche siguiente. Este “periodista” era, en realidad, el coronel William Betchel, oficial francés del SDECE (servicio de documentación exterior y de inteligencia) y nunca será condenado por este crimen. Y muchos otros casos así… 
 
Está de moda ahora en Occidente la denuncia de la corrupción (evidente) de muchos jefes de los Estados africanos, pero sería mejor acordarse de que nuestros gobiernos y sus sicarios asesinaron casi todos los dirigentes nacionalistas íntegros que querían devolver la independencia, la dignidad y la justicia, a los países africanos. Siendo belga, no puedo olvidar de recordar a Patrice Lumumba, héroe africano ferozmente asesinado por el comandante belga Weber, el 17 de enero de 1961, y cuyo cuerpo fue disuelto en ácidos. Actualmente sus hijos luchan, y hasta el momento sin ningún resultado, para que los culpables y el Estado belga, sean condenados. Como lo recuerda Jean Ziegler: « Esa criminalidad de estado fue implacable: era imperativo acabar con los auténticos líderes nacionalistas para instalar en el poder a las élites autóctonas, adiestradas, influenciadas y controladas por el colonizador » (7). Matar a Lumuba para instalar al títere Mubutu, por ejemplo.

 Guerras, torturas, asesinatos políticos, esos son los verdaderos rostros de esta Francia que se presenta como portadora de las luces cuando actúa para defender su imperio colonial y los intereses de sus multinacionales, Elf, Total, Areva, Bolloré, Eramet, Technip, Bouygues, Orange, Geocoton, Rougier, etc. (8). Y no se trata de una historia del pasado, más bien de la vida cotidiana actual de millones de africanos.

 Lo que sí, es nuevo hoy día, es que la guerra, o al menos una mínima parte de esa guerra, llegó hasta nosotros, en el suelo francés o en el suelo belga. Víctimas civiles inocentes que mueren, y con ello se hunden familias enteras en el horror. ¿Por qué serramos los ojos frente a tantas víctimas inocentes en el tercer mundo?  Estas víctimas son causadas por nuestras guerras coloniales. ¿Por qué seguimos apoyando a estos gobiernos y sus partidos políticos que perpetúan esa misma política?

Si el discurso de los reclutadores del djihad atrae a tantos jóvenes, es porque la mayoría de las veces usa una retórica anti imperialista y porque cualquier otra forma de protesta en contra de nuestras sociedades de su parte ha sido reprimida (9). En vez de concentrar todo el debate sobre el aspecto religioso del fenómeno, sería más productivo analizar el aspecto político y hacer un balance correcto a propósito de nuestras políticas coloniales impregnadas de masacres y de guerras. Si los jefes de DAESCH nada tienen que ver con los dirigentes nacionalistas del siglo pasado, ellos ocupan una lugar preferencial en el vacío dejado por nuestro silencio cómplice de 70 años de política colonial caracterizada por guerras y masacres.

Pero, si queremos quebrar ese silencio, no hay que esperar nada de parte de los partidos en el poder ni de los partidos en la oposición porque, para ellos, poner en duda el colonialismo sólo les haría perder votos electorales. Sin embargo, como lo dice Jean Ziegler, hay que « elegir su campo» : la de quienes, a pesar de la represión y los masacres siguen resistiendo, y si, aquí, fueron muy pocos, existen entre otros, por ejemplo, los Henri Alleg, los miembros de la Red Janson, los cargadores de maletas anónimas, que pueden todavía hacernos querer a Francia. (Henri Alleg, autor de La question (la tortura en Argelia), libro denunciando el uso de la tortura en Argelia.

 Notas:

[1] http://chaoscontrole.canalblog.com/archives/2013/04/23/26991804.html

[2] Francis Azalier, Colonialisme et impérialisme : « l’exception française » ou « le mythe humaniste », in Une mauvaise décolonisation, La France : de l’Empire aux émeutes des quartiers populaires, Le temps des cerises, Pantin, 2007, p36-37

[3] Mohammed Harbi, Faces cachées de la seconde guerre mondiale La guerre d’Algérie a commencé à Sétif. Le Monde diplomatique, mai 2005, page 21 ; http://www.monde-diplomatique.fr/2005/05/HARBI/12191

[4] http://www.lemonde.fr/societe/article/2011/10/17/17-octobre-1961-ce-massacre-a-ete-occulte-de-la-memoire-collective_1586418_3224.html

[5] Mathieu Rigouste, L’ennemi intérieur, de la guerre coloniale au contrôle sécuritaire, https://conflits.revues.org/3128

[6] Jean Ziegler, Retournez les fusils, Choisir son camp, Éditions du Seuil, Paris, 2014, pp 199-200

[7] Idem, p 198

[8] http://www.afrique-demain.org/economie-140-place-des-entreprises-francaises-en-afrique-subsaharienne

[9] Voir mon précédent article : 25 ans après la révolte des jeunes à Forest : Première, deuxième, troisième génération, toujours la répression… http://nadinerosarosso.blogspot.be/2016/05/25-ans-apres-la-revolte-des-jeunes.html

 

 

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